Él procedió a poner el adorno de realeza sobre la cabeza de ella y a hacerla reina en lugar de Vasti (Ester 2:17)

Yomelijah Yomelijah
20 min readDec 18, 2024

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Ester capítulo 2:

“Después de estas cosas, cuando la furia del rey Asuero se había apaciguado, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho y de lo que se había decidido contra ella. 2 Entonces los servidores del rey, sus ministros, dijeron: “Búsquense para el rey mujeres jóvenes, vírgenes, de hermosa apariencia, 3 y nombre el rey comisionados en todos los distritos jurisdiccionales de su reino, y que ellos junten a todas las jóvenes, vírgenes, de hermosa apariencia, en Susa el castillo, en la casa de las mujeres a cargo de Hegai el eunuco del rey, el guardián de las mujeres; y que haya un dárseles sus masajes. 4 Y la joven que parezca grata a los ojos del rey será reina en lugar de Vasti”. Y la cosa fue grata a los ojos del rey, y procedió a hacerlo así.

5 Cierto hombre, un judío, se hallaba en Susa el castillo, y su nombre era Mardoqueo hijo de Jaír hijo de Simeí hijo de Quis un benjaminita, 6 quien había sido llevado al destierro desde Jerusalén con la gente deportada que fue llevada al destierro con Jeconías el rey de Judá, a quien Nabucodonosor el rey de Babilonia había llevado al destierro. 7 Y él llegó a ser el cuidador de Hadassá, es decir, Ester, la hija del hermano de su padre, porque ella no tenía ni padre ni madre; y la joven era de bonita figura y hermosa apariencia, y al tiempo de morir el padre y la madre de ella, Mardoqueo la tomó por hija suya. 8 Y aconteció que, cuando se oyó la palabra del rey y su ley, y cuando se juntaron muchas jóvenes en Susa el castillo a cargo de Hegai, entonces Ester fue llevada a la casa del rey a cargo de Hegai el guardián de las mujeres.

9 Ahora bien, la joven fue grata a los ojos de él, de modo que se granjeó bondad amorosa ante él, y él se apresuró a darle sus masajes y su alimento apropiado, y a darle siete jóvenes selectas de la casa del rey, y procedió a trasladarlas a ella y a sus mujeres jóvenes al mejor lugar de la casa de las mujeres. 10 Ester no había informado acerca de su pueblo ni de sus parientes, porque Mardoqueo mismo le había impuesto el mandato de que no lo informara. 11 Y día tras día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres para saber del bienestar de Ester y lo que se hacía con ella.

12 Y cuando a cada joven le llegaba el turno de entrar a donde el rey Asuero, después que por doce meses le había sucedido conforme al reglamento para las mujeres — porque de esa manera se cumplían gradualmente los días de su procedimiento de masajes, seis meses con aceite de mirra y seis meses con aceite balsámico y con los masajes de las mujeres — ; 13 entonces, cumplidas estas condiciones, la joven misma entraba a donde el rey. Todo lo que ella mencionaba se le daba, para que fuera con ella de la casa de las mujeres a la casa del rey. 14 Al atardecer ella misma entraba, y por la mañana ella misma regresaba a la segunda casa de las mujeres a cargo de Saasgaz el eunuco del rey, el guardián de las concubinas. No entraba más a donde el rey a no ser que el rey se hubiera deleitado en ella y ella hubiera sido llamada por nombre.

15 Y cuando llegó el turno de Ester la hija de Abiháil el tío de Mardoqueo — a la que este había tomado como hija suya — para que ella entrara a donde el rey, ella no solicitó nada salvo lo que Hegai el eunuco del rey, el guardián de las mujeres, procedió a mencionar (durante todo aquel tiempo Ester continuamente se granjeaba favor a los ojos de todos los que la veían). 16 Entonces Ester fue llevada al rey Asuero, en su casa real, en el mes décimo, es decir, el mes de Tebet, en el séptimo año de su reinado. 17 Y el rey llegó a amar a Ester más que a todas las demás mujeres, de manera que ella se granjeó más favor y bondad amorosa ante él que todas las demás vírgenes. Y él procedió a poner el adorno de realeza sobre la cabeza de ella y a hacerla reina en lugar de Vasti. 18 Y el rey pasó a celebrar un gran banquete para todos sus príncipes y sus siervos, el banquete de Ester; y otorgó una amnistía para los distritos jurisdiccionales, y siguió dando presentes conforme a los recursos del rey.

19 Ahora bien, cuando por segunda vez se juntaron vírgenes, Mardoqueo estaba sentado en la puerta del rey. 20 Ester no informaba acerca de sus parientes ni de su pueblo, tal como Mardoqueo le había impuesto el mandato; y Ester ejecutaba el dicho de Mardoqueo, como cuando se hallaba bajo el cuidado de él.

21 En aquellos días, mientras Mardoqueo estaba sentado en la puerta del rey, Bigtán y Teres, dos oficiales de la corte del rey, guardas de la puerta, se indignaron y siguieron tratando de echar mano al rey Asuero. 22 Y la cosa llegó a ser conocida de Mardoqueo, y él inmediatamente lo refirió a Ester la reina. A su vez, Ester habló al rey en nombre de Mardoqueo. 23 De manera que se indagó el asunto, y con el tiempo fue descubierto, y los dos por fin fueron colgados en un madero; después de lo cual esto se escribió en el libro de los asuntos de los días delante del rey” (Ester capítulo 2).

La conspiración de Hamán contra Mardoqueo (Ester capítulo 3)

Ester capítulo 3: Hamán es nombrado príncipe supremo en el reino del rey Asuero. Todos lo honran inclinándose a su paso, excepto Mardoqueo. Después de esta afrenta, Hamán conspirará contra Mardoqueo y su pueblo para destruirlos:

“Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Hamán hijo de Hamedata el agaguita, y procedió a ensalzarlo y a poner su trono por encima de todos los demás príncipes que estaban con él. 2 Y todos los siervos del rey que estaban en la puerta del rey estaban inclinándose y postrándose ante Hamán, porque así había mandado el rey respecto a él. Pero en cuanto a Mardoqueo, él no se inclinaba ni se postraba. 3 Y los siervos del rey que estaban en la puerta del rey empezaron a decir a Mardoqueo: “¿Por qué traspasas el mandamiento del rey?”. 4 Y aconteció que, como le hablaban día a día, y él no les escuchaba, entonces lo refirieron a Hamán para ver si los asuntos de Mardoqueo permanecerían en pie; porque les había informado que él era judío.

5 Ahora bien, Hamán siguió viendo que Mardoqueo no se inclinaba ni se postraba ante él, y Hamán se llenó de furia. 6 Pero era cosa despreciable a sus ojos echar mano a Mardoqueo sólo, porque le habían informado acerca del pueblo de Mardoqueo; y Hamán empezó a buscar la manera de aniquilar a todos los judíos que se hallaban en todo el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo.

7 En el primer mes, es decir, el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, alguien echó Pur, es decir, la Suerte, delante de Hamán de día en día y de mes en mes, [hasta] el duodécimo, es decir, el mes de Adar. 8 Y Hamán procedió a decir al rey Asuero: “Hay cierto pueblo esparcido y separado entre los pueblos en todos los distritos jurisdiccionales de tu reino; y sus leyes son diferentes de las de todo otro pueblo, y ellos no están ejecutando las propias leyes del rey, y para el rey no es apropiado dejarlos en paz. 9 Si al rey de veras le parece bien, que haya un escribir para que sean destruidos; y yo pagaré diez mil talentos de plata en manos de los que hagan la obra, y haré que [esto] ingrese en la tesorería del rey”.

10 Ante aquello, el rey se quitó su anillo de sellar de su propia mano y lo dio a Hamán hijo de Hamedata el agaguita, el que estaba mostrando hostilidad a los judíos. 11 Y el rey pasó a decir a Hamán: “La plata se te da, también el pueblo, para que hagas con ellos según sea bueno a tus propios ojos”. 12 Entonces se llamó a los secretarios del rey en el primer mes, en el día trece de él, y se efectuó la escritura conforme a todo lo que Hamán mandó a los sátrapas del rey y a los gobernadores que estaban sobre los diferentes distritos jurisdiccionales, y a los príncipes de los diferentes pueblos, de cada distrito jurisdiccional, en su propio estilo de escribir, y a cada pueblo en su propia lengua; en el nombre del rey Asuero se escribió, y se selló con el anillo de sellar del rey.

13 Y hubo un enviar las cartas por medio de correos a todos los distritos jurisdiccionales del rey, para aniquilar, para matar y para destruir a todos los judíos, a joven así como a viejo, pequeñuelos y mujeres, en un mismo día, el [día] trece del mes duodécimo, es decir, el mes de Adar, y para saquear el despojo de ellos. 14 Una copia del escrito que había de darse como ley en todos los diferentes distritos jurisdiccionales se estuvo publicando a todos los pueblos, [para que] estuvieran listos para este día. 15 Los correos mismos salieron, impelidos a velocidad debido a la palabra del rey, y la ley misma se dio en Susa el castillo. En cuanto al rey y Hamán, ellos se sentaron a beber; pero en cuanto a la ciudad de Susa, estaba en confusión” (Ester Capítulo 3).

¿Quién hay que sepa si has alcanzado la dignidad real para un tiempo como este? (Ester 4:14)

Ester capítulo 4: Cuando Mardoqueo descubre el complot de Hamán, se lamenta. Él advierte a la reina Ester, quien a su vez arriesgará su vida para tratar de ver al rey Asuero: “Todos los siervos del rey y el pueblo de los distritos jurisdiccionales del rey están enterados de que, en cuanto a cualquier hombre o mujer que entre a donde el rey en el patio interior sin ser llamado, su única ley es la de darle muerte; solo en caso de que el rey le extienda el cetro de oro, entonces ciertamente quedará vivo. En cuanto a mí, no se me ha llamado para entrar a donde el rey desde hace ya treinta días. (…) Ve, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunen por mí, y ni coman ni beban por tres días, noche y día. Yo también, con mis jóvenes, ayunaré igualmente, y tras eso entraré a donde el rey, lo cual no es conforme a la ley; y en caso de que tenga que perecer, tendré que perecer” (Ester 4:11,16).

“Y Mardoqueo mismo llegó a saber de todo lo que se había hecho; y Mardoqueo procedió a rasgar sus prendas de vestir, y a ponerse saco y ceniza, y a salir en medio de la ciudad y clamar con un fuerte y amargo clamor. 2 Finalmente llegó hasta enfrente de la puerta del rey, porque nadie había de entrar dentro de la puerta del rey en ropa de tela de saco. 3 Y en todos los diferentes distritos jurisdiccionales, adondequiera que llegaba la palabra del rey y su ley, había gran duelo entre los judíos, y ayuno y llanto y plañido. Saco y ceniza mismos se tendieron como lecho para muchos. 4 Y las jóvenes de Ester y sus eunucos empezaron a entrar y referírselo. Y la reina quedó muy adolorida. Entonces envió prendas de vestir para vestir a Mardoqueo y para quitar su saco de sobre él. Y él no [las] aceptó. 5 Ante esto, Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, a quien este había puesto para atenderla, y procedió a darle un mandato respecto a Mardoqueo, para saber lo que esto significaba y de qué se trataba todo esto.

6 De manera que Hatac salió a donde Mardoqueo, a la plaza pública de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey. 7 Entonces Mardoqueo le informó acerca de todas las cosas que le habían acaecido y la declaración exacta del dinero que Hamán había dicho que se pagara a la tesorería del rey en contra de los judíos, para destruirlos. 8 Y le dio una copia del escrito de la ley que se había dado en Susa para que se los aniquilara, a fin de que se la mostrara a Ester y le informara y le diera el mandato de entrar a donde el rey y suplicar favor de él y presentar solicitud directamente delante de él por el propio pueblo de ella.

9 Hatac ahora entró y refirió a Ester las palabras de Mardoqueo. 10 Entonces Ester dijo a Hatac y le mandó respecto de Mardoqueo: 11 “Todos los siervos del rey y el pueblo de los distritos jurisdiccionales del rey están enterados de que, en cuanto a cualquier hombre o mujer que entre a donde el rey en el patio interior sin ser llamado, su única ley es la de darle muerte; solo en caso de que el rey le extienda el cetro de oro, entonces ciertamente quedará vivo. En cuanto a mí, no se me ha llamado para entrar a donde el rey desde hace ya treinta días”.

12 Y procedieron a informar a Mardoqueo las palabras de Ester. 13 Entonces Mardoqueo dijo que respondieran a Ester: “No te imagines dentro de tu propia alma que la casa del rey escapará más que todos los demás judíos. 14 Porque si estás callada por completo en este tiempo, alivio y liberación mismos se levantarán para los judíos de algún otro lugar; pero en cuanto a ti y la casa de tu padre, ustedes perecerán. Y ¿quién hay que sepa si has alcanzado la dignidad real para un tiempo como este?”.

15 Por consiguiente, Ester dijo que se respondiera a Mardoqueo: 16 “Ve, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunen por mí, y ni coman ni beban por tres días, noche y día. Yo también, con mis jóvenes, ayunaré igualmente, y tras eso entraré a donde el rey, lo cual no es conforme a la ley; y en caso de que tenga que perecer, tendré que perecer”. 17 Ante esto, Mardoqueo pasó adelante y procedió a hacer todo lo que Ester le había dado el mandato de hacer” (Ester capítulo 4).

El rey extendió hacia Ester el cetro de oro (Ester 5:2)

Ester capítulo 5:

“Y aconteció que al tercer día Ester se puso a vestirse regiamente, después de lo cual tomó su puesto en el patio interior de la casa del rey, frente a la casa del rey, mientras el rey estaba sentado en su trono real, en la casa real, frente a la entrada de la casa. 2 Y aconteció que, en cuanto el rey vio a Ester la reina de pie en el patio, ella se granjeó favor a los ojos de él, de manera que el rey extendió hacia Ester el cetro de oro que estaba en su mano. Ester ahora se acercó y tocó la parte superior del cetro.

3 Entonces el rey le dijo: “¿Qué tienes, oh Ester la reina, y cuál es tu solicitud? ¡Hasta la mitad de la gobernación real… que aun se te dé!”. 4 A su vez, Ester dijo: “Si al rey de veras le parece bien, venga hoy el rey con Hamán al banquete que he hecho para él”. 5 En conformidad, el rey dijo: “Hagan que Hamán obre prestamente de acuerdo con la palabra de Ester”. Más tarde, el rey y Hamán fueron al banquete que Ester había hecho.

6 Después de un rato el rey dijo a Ester durante el banquete de vino: “¿Cuál es tu petición? ¡Que aun se te otorgue! ¿Y cuál es tu solicitud? ¡Hasta la mitad de la gobernación real… que aun sea hecho!”. 7 Ante esto, Ester contestó y dijo: “Mi petición y mi solicitud es: 8 Si he hallado favor a los ojos del rey, y si al rey de veras le parece bueno otorgar mi petición y obrar de acuerdo con mi solicitud, que el rey y Hamán vengan al banquete que yo celebraré para ellos [mañana], y mañana haré conforme a la palabra del rey”.

9 En consecuencia, Hamán salió aquel día gozoso y alegre de corazón; pero en cuanto Hamán vio a Mardoqueo en la puerta del rey, y que este no se levantó y no retembló a causa de él, Hamán inmediatamente se llenó de furia contra Mardoqueo. 10 Sin embargo, Hamán se contuvo, y entró en su casa. Entonces envió e hizo entrar a sus amigos y a Zeres su esposa; 11 y Hamán procedió a declararles la gloria de sus riquezas y el gran número de sus hijos, y toda cosa con que el rey lo había engrandecido, y cómo lo había ensalzado sobre los príncipes y los siervos del rey.

12 Y Hamán pasó a decir: “Lo que es más, a nadie introdujo Ester la reina con el rey al banquete que ella había hecho sino a mí, y también mañana estoy invitado a donde ella con el rey. 13 Pero todo esto… nada de ello me satisface en tanto que esté viendo a Mardoqueo el judío sentado en la puerta del rey”. 14 Ante esto, Zeres su esposa y todos sus amigos le dijeron: “Que hagan un madero de cincuenta codos de altura. Entonces, por la mañana, di al rey que cuelguen en él a Mardoqueo. Entonces entra gozoso con el rey al banquete”. De modo que la cosa pareció buena ante Hamán, y procedió a mandar hacer el madero” (Ester capítulo 5).

Nada se ha hecho con él (Ester 6:3)

Ester capítulo 6:

“Durante aquella noche el sueño del rey huyó. Por lo tanto dijo que se trajera el libro de los registros de los asuntos de los tiempos. De modo que hubo lectura de estos delante del rey. 2 Por fin se halló escrito lo que Mardoqueo había informado acerca de Bigtana y Teres, dos oficiales de la corte del rey, guardas de la puerta, que habían tratado de echar mano al rey Asuero. 3 Entonces dijo el rey: “¿Qué honra y gran cosa se ha hecho a Mardoqueo por esto?”. A esto los servidores del rey, sus ministros, dijeron: “Nada se ha hecho con él”.

4 Más tarde el rey dijo: “¿Quién está en el patio?”. Ahora bien, Hamán mismo había entrado en el patio exterior de la casa del rey para decir al rey que colgara a Mardoqueo en el madero que él había hecho preparar para este. 5 Por consiguiente, los servidores del rey le dijeron: “Aquí está Hamán parado en el patio”. De manera que el rey dijo: “Que entre”.

6 Cuando Hamán entró, el rey procedió a decirle: “¿Qué ha de hacerse al hombre en cuya honra el rey mismo se ha deleitado?”. Ante esto, Hamán dijo en su corazón: “¿A quién le deleitaría al rey rendir una honra más que a mí?”. 7 Por lo tanto, Hamán dijo al rey: “En cuanto al hombre en cuya honra el rey mismo se haya deleitado, 8 tráigase ropaje real, con el cual de veras se viste el rey, y un caballo sobre el cual el rey de veras cabalga y en cuya cabeza se haya puesto el adorno de la realeza. 9 Y que haya un poner del ropaje y del caballo a cargo de uno de los príncipes nobles del rey; y tienen que vestir al hombre en cuya honra el rey mismo se ha deleitado, y tienen que hacer que vaya montado sobre el caballo en la plaza pública de la ciudad, y tienen que proclamar delante de él: ‘Así se le hace al hombre en cuya honra el rey mismo se ha deleitado’”. 10 En seguida el rey dijo a Hamán: “Apresúrate, toma el ropaje y el caballo, tal como has dicho, y haz así a Mardoqueo el judío, que está sentado en la puerta del rey. No dejes que nada quede sin cumplirse de todo lo que has hablado”.

11 Y Hamán procedió a tomar el ropaje y el caballo, y a vestir a Mardoqueo y a hacerlo cabalgar en la plaza pública de la ciudad y a proclamar delante de él: “Así se hace al hombre en cuya honra el rey mismo se ha deleitado”. 12 Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. En cuanto a Hamán, él se fue apresuradamente a su casa, desconsolado y con la cabeza cubierta. 13 Y Hamán pasó a contar a Zeres su esposa y a todos sus amigos todo lo que le había acaecido. Ante esto, sus sabios y Zeres su esposa le dijeron: “Si es de la descendencia de los judíos este Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, no prevalecerás contra él, sino que sin falta caerás delante de él”.

14 Mientras todavía estaban hablando con él, los oficiales mismos de la corte del rey llegaron y procedieron a llevar a Hamán apresuradamente al banquete que Ester había hecho.” (Ester capítulo 6).

La angustia no es apropiada cuando [resulta en] perjuicio para el rey (Ester 7:4)

Ester capítulo 7:

“Entonces el rey y Hamán entraron a banquetear con Ester la reina. 2 El rey ahora dijo a Ester también el segundo día durante el banquete de vino: “¿Cuál es tu petición, oh Ester la reina? Que aun se te dé. ¿Y cuál es tu solicitud? ¡Hasta la mitad de la gobernación real… que aun sea hecho!”. 3 Ante esto, Ester la reina contestó y dijo: “Si he hallado favor a tus ojos, oh rey, y si al rey de veras le parece bien, que se me dé mi propia alma por petición mía, y mi pueblo por solicitud mía. 4 Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para que se nos aniquile, mate y destruya. Ahora bien, si se nos hubiera vendido para simplemente [ser] esclavos y simplemente [ser] siervas, me habría quedado callada. Pero la angustia no es apropiada cuando [resulta en] perjuicio para el rey”.

5 El rey Asuero ahora dijo, sí, pasó a decir a Ester la reina: “¿Quién es este, y precisamente dónde está el que se ha envalentonado para obrar así?”. 6 Entonces Ester dijo: “El hombre, el adversario y enemigo, es este miserable Hamán”.

En cuanto a Hamán, se aterrorizó a causa del rey y de la reina. 7 En cuanto al rey, él se levantó en su furia del banquete de vino [para ir] al jardín del palacio; y Hamán mismo se puso de pie para presentar solicitud por su alma a Ester la reina, porque vio que lo malo había sido determinado contra él por el rey. 8 Y el rey mismo volvió del jardín del palacio a la casa del banquete de vino; y Hamán estaba caído sobre el lecho en que estaba Ester. En consecuencia, el rey dijo: “¿Acaso también se ha de forzar a la reina, estando yo en la casa?”. La palabra misma salió de la boca del rey, y a Hamán le cubrieron el rostro. 9 Harboná, uno de los oficiales de la corte delante del rey, ahora dijo: “También, el madero que Hamán hizo para Mardoqueo, el que había hablado lo bueno respecto al rey, está plantado en casa de Hamán… cincuenta codos de alto”. A lo que dijo el rey: “Cuélguenlo en él”. 10 Y procedieron a colgar a Hamán en el madero que él había preparado para Mardoqueo; y la furia misma del rey se apaciguó” (Ester capítulo 7).

El anillo de sellar del rey no es posible deshacerlo (Ester 8:8)

Ester capítulo 8:

“Aquel día el rey Asuero dio a Ester la reina la casa de Hamán, el que estuvo mostrando hostilidad a los judíos; y Mardoqueo mismo entró delante del rey, porque Ester había informado lo que él era respecto a ella. 2 Entonces el rey se quitó el anillo de sellar que le había quitado a Hamán y se lo dio a Mardoqueo; y Ester pasó a colocar a Mardoqueo sobre la casa de Hamán.

3 Además, Ester volvió a hablar delante del rey y cayó ante sus pies y lloró y suplicó el favor de él para que apartara la maldad de Hamán el agaguita, y su trama que este había tramado contra los judíos. 4 Entonces el rey extendió el cetro de oro hacia Ester, por lo cual Ester se levantó y estuvo de pie delante del rey. 5 Ella ahora dijo: “Si al rey de veras le parece bien, y si he hallado favor ante él, y la cosa es correcta ante el rey, y yo soy buena a sus ojos, que se escriba para deshacer los documentos escritos, la trama de Hamán hijo de Hamedata el agaguita, que él escribió para destruir a los judíos que están en todos los distritos jurisdiccionales del rey. 6 Pues ¿cómo podré [soportarlo] cuando tenga que mirar la calamidad que hallará a mi pueblo, y cómo podré [soportarlo] cuando tenga que mirar la destrucción de mis parientes?”.

7 Así que el rey Asuero dijo a Ester la reina y a Mardoqueo el judío: “¡Miren! La casa de Hamán la he dado a Ester, y a él lo han colgado en el madero, por razón de que alargó la mano contra los judíos. 8 Y ustedes mismos escriban a favor de los judíos de acuerdo con lo que sea bueno a sus propios ojos, en nombre del rey, y séllen[lo] con el anillo de sellar del rey; pues un escrito que se escribe en nombre del rey y se sella con el anillo de sellar del rey no es posible deshacerlo”.

9 En conformidad, se llamó a los secretarios del rey en aquel tiempo, en el tercer mes, es decir, el mes de Siván, el [día] veintitrés de él; y se efectuó la escritura conforme a todo lo que Mardoqueo ordenó a los judíos y a los sátrapas y a los gobernadores y a los príncipes de los distritos jurisdiccionales que había desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete distritos jurisdiccionales, [a] cada distrito jurisdiccional en su propio estilo de escribir y [a] cada pueblo en su propia lengua, y a los judíos en su propio estilo de escribir y en su propia lengua.

10 Y él procedió a escribir en el nombre del rey Asuero y a sellar con el anillo de sellar del rey, y a enviar documentos escritos por mano de los correos a caballo, montados en caballos de posta usados en el servicio real, hijos de yeguas veloces, 11 que el rey otorgaba [permiso] a los judíos que se hallaban en todas las diferentes ciudades para congregarse y ponerse de pie en defensa de sus almas, para aniquilar y matar y destruir a toda la fuerza del pueblo y del distrito jurisdiccional que estuviera mostrándoles hostilidad, pequeñuelos y mujeres, y para saquear su despojo, 12 en un mismo día en todos los distritos jurisdiccionales del rey Asuero, el [día] trece del mes duodécimo, es decir, el mes de Adar. 13 Una copia del escrito había de darse como ley en todas partes de todos los diferentes distritos jurisdiccionales, publicada a todos los pueblos, a fin de que los judíos estuvieran listos para este día, para vengarse en sus enemigos. 14 Los correos mismos, montados en caballos de posta usados en el servicio real, salieron, instados adelante e impelidos a velocidad por la palabra del rey; y la ley misma se dio en Susa el castillo.

15 En cuanto a Mardoqueo, él salió de delante del rey en ropaje regio de paño azul y lino, con una corona grande de oro, y una capa de tela finísima, aun de lana teñida de púrpura rojiza. Y la ciudad de Susa misma lanzó chillidos [de alegría] y estuvo gozosa. 16 Para los judíos hubo luz y regocijo y alborozo y honra. 17 Y en todos los diferentes distritos jurisdiccionales y en todas las diferentes ciudades, adondequiera que llegaba la palabra del rey y su ley, había regocijo y alborozo para los judíos, un banquete y un día bueno; y muchos [individuos] de los pueblos del país se declaraban judíos, porque el pavor de los judíos había caído sobre ellos” (Ester capítulo 8).

¿Por qué Dios ha permitido el sufrimiento y la maldad?

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