El relato del diluvio universal (Génesis capítulo 7)

Yomelijah Yomelijah
8 min readDec 8, 2024

--

Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto justo delante de mí en medio de esta generación (Génesis capítulo 7)

“Después de eso Jehová dijo a Noé: “Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto justo delante de mí en medio de esta generación. 2 De toda bestia limpia tienes que tomar para ti de siete en siete, el macho y su hembra; y de toda bestia que no es limpia solamente dos, el macho y su hembra; 3 también de las criaturas voladoras de los cielos de siete en siete, macho y hembra, para conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra. 4 Porque dentro de solo siete días más voy a hacer que llueva sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y ciertamente borraré de sobre la superficie del suelo toda cosa existente que he hecho”. 5 Y Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Jehová.

6 Y Noé tenía seiscientos años de edad cuando ocurrió el diluvio de aguas sobre la tierra. 7 De modo que entró Noé, y con él sus hijos, y su esposa, y las esposas de sus hijos, en el arca antes de [que empezaran] las aguas del diluvio. 8 De toda bestia limpia y de toda bestia que no es limpia, y de las criaturas voladoras y de todo lo que se mueve sobre el suelo, 9 entraron de dos en dos a donde Noé en el arca, macho y hembra, tal como Dios había mandado a Noé. 10 Y a los siete días resultó que las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.

11 En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas. 12 Y siguió la fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. 13 En ese mismo día entró Noé — y con él Sem y Cam y Jafet, los hijos de Noé, y la esposa de Noé y las tres esposas de sus hijos — en el arca; 14 ellos y toda bestia salvaje según su género, y todo animal doméstico según su género, y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra según su género, y toda criatura voladora según su género, todo pájaro, toda criatura alada. 15 Y siguieron yendo a Noé dentro del arca, de dos en dos, de toda clase de carne en la cual estaba activa la fuerza de vida. 16 Y los que iban entrando, macho y hembra de toda clase de carne, entraron, tal como le había mandado Dios. Después Jehová cerró tras él la puerta.

17 Y el diluvio siguió sobre la tierra por cuarenta días, y las aguas siguieron aumentando y empezaron a llevar el arca, y esta estaba flotando muy por encima de la tierra. 18 Y las aguas se hicieron anegadoras y siguieron aumentando mucho sobre la tierra, pero el arca siguió yendo sobre la superficie de las aguas. 19 Y a grado tan grande anegaron la tierra las aguas que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas. 20 Hasta quince codos [por encima] las anegaron las aguas, y las montañas quedaron cubiertas.

21 De modo que expiró toda carne que estaba moviéndose sobre la tierra, entre las criaturas voladoras y entre los animales domésticos y entre las bestias salvajes y entre todos los enjambres que estaban enjambrando sobre la tierra, y toda la humanidad. 22 Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió. 23 Así borró él toda cosa existente que había sobre la superficie del suelo, desde hombre hasta bestia, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, y fueron borrados de sobre la tierra; y solo Noé y los que con él estaban en el arca siguieron sobreviviendo. 24 Y las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días” (Génesis capítulo 7).

***

El registro del diluvio hecho por Noé

(Génesis capítulo 7)

Los puntos principales de este capítulo son que Dios le dio a Noé y su familia siete días para entrar en el arca, junto con los animales. El relato nos da la fecha exacta del comienzo del diluvio: “En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7:11). Antes de la Ley Mosaica, el inicio del calendario bíblico coincidía con el final del año agrícola, lo que significa que el primer mes correspondía con el mes de Etanim o Tisri (septiembre/octubre) (Éxodo 12:2, el primer mes, mencionado en este versículo, es el mes de Abib (Nisán) (marzo/abril)). El segundo mes era el mes de Hesván (octubre/noviembre), el 17 de Hesván, es decir el comienzo del mes de noviembre. El año 600 de la existencia de Noé correspondería, según la cronología bíblica, al año 2370 Antes de nuestra era común.

Los versículos 12 y 17 nos informan que el diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches. Los nombres de los hijos de Noé con sus respectivas esposas fueron Sem, Cam y Jafet (versículo 13). Aquellos tres hijos representarían las tres ramas principales de la humanidad actual. Es interesante notar que en el versículo 16 está escrito que fue Dios quien cerró la puerta del arca, probablemente la hizo estanca.

El resto y el final del capítulo menciona la extinción de todas las criaturas terrestres vivientes fuera del arca. Lo cual incluye a los humanos y a los Nefilim, los descendientes de los ángeles. En cuanto a los ángeles desobedientes, fueron arrojados al Tártaro, según está escrito en la segunda carta de Pedro: “Ciertamente si Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, sino que, al echarlos en el Tártaro, los entregó a hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio” (2 Pedro 2:4). La palabra “Tártaro” es una transliteración de una palabra griega (Concordancia Strong G5020). El contexto del versículo 4 parece dar una definición completa de esta palabra, siendo un lugar de castigo divino, una condición de degradación espiritual, incluso sus apariencias pudiero haberse vuelto espantosas, antes de ser arrojados con el diablo al abismo por mil años, como mencionado en Apocalipsis 20, seguido de su destrucción al final de los mil años. Hay un texto que podría hacer pensar que la reintegración de sus cuerpos espirituales no hubiese sido tan feliz como lo habrían esperado: “Demonios mismos de forma de cabra irán brincando por allí” (Isaías 13:21).

***

¿De dónde salieron las aguas del diluvio?

“En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas. Y siguió la fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches”

(Génesis 7:11,12)

Aquellas aguas venían de un océano celestial. Esto es lo que está escrito en el relato de Génesis capítulo 1: “Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”. Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. Y Dios empezó a llamar a la expansión Cielo. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día segundo” (Génesis 1:6–8).

“Las aguas que deberían estar sobre la expansión” representan este famoso océano celestial que era el cielo. ¿Es esta una descripción metafórica de la atmósfera, en el cielo, que tiene el mismo color azul del océano? Desde el contexto inmediato del libro del Génesis, se trata de hecho de la existencia real y literal de un océano celestial. Este océano celestial se menciona en los capítulos 6 y 7 del Génesis.

Este océano celestial es designado por las expresiones de diluvio, compuertas de los cielos (Génesis 6:17; 7:6–10,17 “diluvio”; 7:11 “compuertas de los cielos”): “Y en cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida” (Génesis 6:17). Este texto muestra que Dios anuncia que literalmente hará que este océano celestial caiga sobre la tierra. “En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7 :11). Este texto muestra la caída progresiva de este océano celestial, en la tierra, durante cuarenta días y cuarenta noches de lluvia, sobre toda la superficie de la tierra. La palabra hebrea traducida por diluvio es “Mabûl” (H03999), que aparece en el libro del Génesis, se traduce “océano celestial” en la Traducción King James, de Salmos 29:10.

La pregunta lógica es cómo es posible que tal cantidad de agua haya quedado suspendida en la atmósfera superior, al mismo tiempo, dejando pasar la luz del sol y permitiendo percibir sus contornos (el sol, la luna y las estrellas). Al estudiar las diferentes capas de la atmósfera y la atmósfera superior, nos damos cuenta de que esto puede ser totalmente posible. Vivimos en la capa inferior de la atmósfera llamada troposfera. Tiene aproximadamente quince kilómetros de altura. Arriba se encuentra sucesivamente la estratosfera, cuya parte superior de la capa se encuentra a una altitud de cincuenta kilómetros, y luego la mesosfera, cuya parte superior de la capa se encuentra a unos ochenta kilómetros de altitud. En aquellas tres capas de la atmósfera, las temperaturas son muy bajas (a gran altura) y, por tanto, no permiten mantener en suspensión una cantidad muy grande de agua, comparable a la de los océanos. Por otro lado, el espacio y la temperatura de la termosfera, sí que pueden permitirlo.

En efecto, la termosfera situada encima de la mesosfera tiene un espesor de 500 a 1.000 km de altura y cuya temperatura puede alcanzar los 2.000 grados celsio (velocidad de las moléculas). El espacio y la temperatura en la termosfera pueden permitir mantener en suspensión una cantidad muy grande de aguas en partículas muy finas, lo que permite ver claramente los cuerpos celestes (el sol, la luna y las estrellas). A título indicativo, los satélites orbitales se encuentran por encima de la termosfera, es decir en la exosfera, entre 500 y 2000 km de altitud (mientras que los satélites geoestacionarios se encuentran a 36000 km de la Tierra).

***

--

--

Yomelijah Yomelijah
Yomelijah Yomelijah

Written by Yomelijah Yomelijah

“But as these things start to occur, stand up straight and lift up your heads, because your deliverance is getting near” (Luke 21:28) http://yomelyah.com/

No responses yet