Meditación sobre el libro de Génesis (Parte 1) La creación de los cielos y de la tierra (Génesis 1)
Introducción
El libro bíblico del Génesis contiene un mensaje existencial de gran importancia porque explica que Dios está en el origen de la creación material, del universo y de la tierra, pero también que está en el origen de la vida. Evidentemente, entre los humanos hay quienes creen en ello y quienes piensan que es sólo un mito, no creen. Estos dos aspectos de la controversia sobre el origen de la vida serán tratados más adelante (sobre la meditación del capítulo 1 de Génesis). La dimensión existencial del relato de la creación determinará la orientación general de la vida del ser humano, según crea sinceramente en ella o no. Si en verdad Dios existe, debemos obedecerlo (Miqueas 6:8). Si Dios no existe, comamos y bebamos porque mañana moriremos (1 Corintios 15:32).
El apóstol Pablo escribió bajo inspiración que toda Escritura (en la Biblia) es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16,17). En su época, hace unos dos mil años, el libro del Génesis había sido escrito por Moisés, unos 15 siglos antes. Sin embargo, si realmente el espíritu santo de Dios ayudó a Moisés a escribir este libro, parece ser una recopilación de relatos históricos. Es posible que Moisés hiciera el trabajo de un historiador, guiado por el espíritu santo, recopilando relatos históricos, resultado de una tradición oral, o mejor aún, de una tradición escrita. Ciertos detalles demuestran que efectivamente se trata de una recopilación de relatos históricos. Aquí están las conclusiones e introducciones de las diferentes partes de Génesis: “Esta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo en que fueron creados, en el día que Jehová Dios hizo tierra y cielo” (Génesis 2:4). Moisés parece concluir como si hubiera terminado la primera parte de su relato histórico y al mismo tiempo presentando la segunda, que podría ser escrita o el resultado de la memorización de una tradición oral de la historia de la creación del cielo y de la tierra, mencionada a lo largo del capítulo 1 y desde el principio del capítulo 2, continuando con la historia del capítulo 2 (“Este es el libro de la historia de Adán” (Génesis 5:1); “Esta es la historia de Noé” (Génesis 6:9)).
La meditación sobre el libro del Génesis no será exhaustiva, pero resaltará los puntos históricos y didácticos más importantes sobre cuestiones existenciales. Para tener un conocimiento excelente de este libro, simplemente debe leer los cincuenta capítulos. Génesis es un libro de historias bíblicas muy fácil de entender y con una narrativa cautivadora. Al leer Génesis y al mismo tiempo memorizar las líneas generales de la narrativa, se puede entender mejor las alusiones históricas en las enseñanzas de Cristo y las cartas de sus apóstoles y discípulos en el Nuevo Testamento. Para animar a los lectores que aún no lo han leído Génesis, aquí están las diferentes partes generales de este libro:
- Génesis 1:1–2:3: el relato del arreglo del planeta Tierra para dar cabida a la vida vegetal, animal y humana.
- Génesis 2:4–25: el relato más detallado de la creación de los animales y luego de Adán y Eva.
- Génesis capítulo 3: la entrada del pecado en el mundo y el juicio de Dios sobre Satanás, Adán y Eva, juicio acompañado de una promesa (versículo 15).
- Génesis capítulo 4: el nacimiento de los primeros hijos de Adán y Eva, los celos de Caín que le llevaron a asesinar a su hermano Abel.
- Génesis capítulo 5: esta parte contiene información genealógica con una lista de nombres.
- Génesis capítulos 6 al 9: es la historia de la vida de Noé (introducida en 5:32 y que verdaderamente comienza en 6:9), que permite comprender las razones que llevaron a Dios a decretar la llegada de un diluvio sobre la tierra. La construcción del arca, sus dimensiones, el relato del diluvio y su vida posdiluviana.
- Génesis capítulo 10: esta parte contiene información genealógica con una lista de nombres, como el capítulo 5.
- Génesis 11:1–9: trata de la rebelión de Nemrod contra Dios, la fundación de la ciudad de Babilonia y la confusión de las lenguas.
- Génesis 11:10–32: es la historia de Sem, lo que nos permite comprender mejor los vínculos genealógicos entre Sem y Abrahán (es muy posible que el Melquisedec mencionado en Génesis 14:18, sea Sem en persona, el antepasado de Abrahán).
- Génesis capítulos 12 al 25:11: la historia de la vida de Abrahán.
- Génesis capítulo 19: la historia de la vida de Lot, su esposa y sus dos hijas, durante la destrucción de Sodoma y Gomorra.
- Génesis 25:12–18: la vida de Ismael, el primer hijo de Abraham con Agar, su esclava.
- Génesis 25:19–28:9: la historia de la vida de Isaac con las diferentes peripecias entre sus dos hijos gemelos Jacob y Esaú.
- Génesis 28:10 hasta el capítulo 37 (excepto el capítulo 36 que menciona la historia de Esaú, más a través de una lista genealógica, como en los capítulos 5 y 10): el inicio de la historia de la vida de Jacob, su huida, su trabajo con su tío Labán, su matrimonio con sus dos primas, Lea y Raquel, el nacimiento de sus doce hijos y muchos otros acontecimientos emocionantes.
- Génesis 38: la historia de la vida de Judá, hijo de Jacob, el episodio particular entre él y Tamar su nuera, sus dos primeros hijos.
- Génesis capítulos 39 al 50: trata principalmente de la fascinante historia del exilio forzado de José (hijo de Jacob) en Egipto, su encarcelamiento y su elevación al segundo rango (después del Faraón) en el gobierno de Egipto. Es un relato particularmente conmovedor…
Esta sinopsis nos permite ver que Génesis es un verdadero libro de historia bíblica, y que, en esta circunstancia, Moisés hizo un excelente trabajo como historiador. En cuanto a la dimensión inspirada del Génesis, esto es lo que escribió el apóstol Pablo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16,17). Por lo tanto, nuestra lectura del Génesis debe hacerse de manera espiritual y no simplemente intelectual o lúdica. Por ejemplo, cuando Jesucristo describió los últimos días de este sistema de cosas, se refirió a la fe de Noé (Mateo 24:36–42). En cuanto a su disertación sobre la fe del apóstol Pablo, en Hebreos, capítulo 11, escribió acerca de personajes históricos de Génesis. Lo que demuestra que tanto Jesucristo como sus discípulos supieron sacar provecho de los relatos históricos de Génesis. Debemos imitarlos leyendo Génesis, como los demás libros de la Biblia, sacando provechos espirituales.
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra”
(Génesis 1:1)
Este primer versículo de la Biblia, en el primer libro de la Biblia, Génesis, resume 13 mil millones de años, la edad presentada por la ciencia, del universo material. El capítulo 1 del Génesis es la descripción de la disposición del planeta tierra, con miras a acoger la vida, como si un observador hubiera estado allí, haciendo la descripción. En los versículos 3 y 14 está escrito: “Llegue a haber luz. Entonces llegó a haber luz (…) Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos”. Estos dos acontecimientos no describen la creación de la luz, ni tampoco la creación de las lumbreras celestes, en el momento de esta descripción, sino más bien, el hecho de que, como observador terrestre, la luz aparece de manera difusa, para, más tarde, revelar las distintas luces celestes, el sol, la luna y las estrellas. De hecho, la creación de las lumbreras es parte de la creación de los cielos y de la tierra, mencionada en el versículo 1:
“En [el] principio Dios creó los cielos y la tierra.
2 Ahora bien, resultaba que la tierra se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de [la] profundidad acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas.
3 Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz”. Entonces llegó a haber luz. 4 Después de eso Dios vio que la luz era buena, y efectuó Dios una división entre la luz y la oscuridad. 5 Y Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero.
6 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”. 7 Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. 8 Y Dios empezó a llamar a la expansión Cielo. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día segundo.
9 Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están] debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó a ser así. 10 Y Dios empezó a llamar a lo seco Tierra, pero a la reunión de aguas llamó Mares. Además, vio Dios que [era] bueno. 11 Y pasó Dios a decir: “Haga brotar la tierra hierba, vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven fruto según sus géneros, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y llegó a ser así. 12 Y la tierra empezó a producir hierba, vegetación que da semilla según su género y árboles que llevan fruto, cuya semilla está en él según su género. Entonces Dios vio que [era] bueno. 13 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día tercero.
14 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años. 15 Y tienen que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra”. Y llegó a ser así. 16 Y Dios procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. 17 Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, 18 y para dominar de día y de noche y para hacer una división entre la luz y la oscuridad. Entonces vio Dios que [era] bueno. 19 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día cuarto.
20 Y Dios pasó a decir: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos”. 21 Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que [era] bueno. 22 Con eso los bendijo Dios, y dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las aguas en las cuencas de los mares, y háganse muchas las criaturas voladoras en la tierra”. 23 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto.
24 Y Dios pasó a decir: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género”. Y llegó a ser así. 25 Y Dios procedió a hacer la bestia salvaje de la tierra según su género y el animal doméstico según su género y todo animal moviente del suelo según su género. Y Dios llegó a ver que [era] bueno.
26 Y Dios pasó a decir: “Hagamos [al] hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”. 27 Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
29 Y Dios pasó a decir: “Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento. 30 Y a toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura voladora de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma he dado toda la vegetación verde para alimento”. Y llegó a ser así.
31 Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, [era] muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto” (Génesis capítulo 1).
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En seis días
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, [era] muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto”
(Génesis 1:31)
El capítulo 1 menciona seis “días de la creación”. Algunas personas, como los creacionistas, los consideran como siendo seis días de 24 horas. Según el contexto bíblico en su conjunto, este no es el caso. De hecho, en el Génesis está escrito: “Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho, y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer” (Génesis 2:2,3). Sin embargo, en la época del apóstol Pablo, aproximadamente 4000 años después de este evento, sugirió que este séptimo día de descanso aún estaba en proceso: “Por lo tanto, puesto que queda una promesa de entrar en el descanso de él, temamos que en algún tiempo alguno de ustedes parezca no haberla alcanzado. Porque a nosotros también se nos han declarado las buenas nuevas, así como a ellos también; pero la palabra que fue oída no les aprovechó, porque no estaban unidos por fe con los que sí oyeron. Porque nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso, tal como él ha dicho: “De modo que juré en mi cólera: ‘No entrarán en mi descanso’”, aunque las obras de él habían sido terminadas desde la fundación del mundo. Porque en un lugar él ha dicho del séptimo día como sigue: “Y Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras”, y otra vez en este lugar: “No entrarán en mi descanso”” (Hebreos 4:1–5). Obviamente, este séptimo día terminará al final de los mil años del reinado del Rey Jesucristo, mencionado en Apocalipsis (20:1–10).
Lo que sugiere que el séptimo día durará 7000 años. ¿Significa esto que los seis períodos anteriores tenían la misma duración de 7000 años por cada día, o sea un total de 42000 años? No es posible responder categóricamente a esta pregunta. Si Dios hubiera dividido aquellos seis períodos, enfocado en un objetivo sin fijar un espacio tiempo, en este caso, la duración de los días no tendría por qué ser igual uno con el otro. Si Dios hubiera dividido aquellos seis períodos en un espacio-tiempo específico, entonces podríamos concluir que sería un período de 42.000 años. El único indicador bíblico es que el séptimo día debería durar 7000 años…
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El océano celestial
“Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así”
(Génesis 1:7)
Después de Génesis 1:1, que menciona la creación del universo (los cielos) con la tierra, el relato que sigue se refiere al desarrollo de la tierra para acoger la vida vegetal, animal y humana, todo en seis días, es decir en seis períodos de varios miles de años cada uno.
El versículo 2 menciona la presencia del espíritu de Dios, sobre la superficie del planeta tierra, completamente cubierta por un inmenso océano: “Ahora bien, resultaba que la tierra se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de [la] profundidad acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:2). La expresión “profundidad acuosa” parece indicar que este océano que cubría completamente la tierra tenía una profundidad abisal de varios miles de metros sobre la superficie de la corteza terrestre.
El Espíritu de Dios
La fuerza activa de Dios es el espíritu de Dios. Representa al espíritu santo, no como una persona, sino como una fuerza activa creativa impersonal. Según la Biblia, el espíritu santo, parte de la energía proveniente de Dios, puede presentarse de diferentes maneras. Por ejemplo, en Pentecostés en el año 33 d.C., se manifestó con el sonido de un gran viento y luego en lenguas de fuego que se posaron sobre los 120 discípulos: “Ahora bien, mientras estaba en progreso el día [de la fiesta] del Pentecostés, todos se hallaban juntos en el mismo lugar, y de repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa en la cual estaban sentados. Y lenguas como de fuego se les hicieron visibles y fueron distribuidas en derredor, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse” (Hechos 2:1–4). El espíritu santo, la energía que viene de Dios tiene múltiples funciones, en el relato del Génesis es creativo.
La aparición progresiva de la luz
Recordamos un punto importante en relación con la comprensión general del contexto general del Génesis capítulo 1: es la descripción de la disposición del planeta tierra, con miras a acoger la vida, como si un observador hubiera estado en el lugar, dando la descripción.
“Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz”. Entonces llegó a haber luz. Después de eso Dios vio que la luz era buena, y efectuó Dios una división entre la luz y la oscuridad. Y Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero. (…) Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años. Y tienen que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra”. Y llegó a ser así. Y Dios procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, y para dominar de día y de noche y para hacer una división entre la luz y la oscuridad. Entonces vio Dios que era bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día cuarto” (Génesis 1:3–5,14–19).
Los dos pasajes bíblicos se complementan entre sí. El primer pasaje explica que al inicio del proceso del arreglo de la tierra, había una oscuridad. Poco a poco, a lo largo de cientos, incluso miles de años, empezó a aparecer gradualmente una luz difusa. Aquella luz podría compararse a la de una luz detrás de las nubes en el cielo, iluminando el paisaje, sin dejar ver el sol. El segundo pasaje muestra que después del final del tercer período, hubo un proceso gradual de iluminación que permitía ver el sol, la luna y las estrellas, cada vez más claramente, durante el cuarto período.
La creación de un océano terrestre y un océano celeste
La existencia de un océano en la tierra no sorprende a nadie, pero mencionar que el relato de Génesis describe la creación de un océano celestial puede desconcertar a cualquier lector de la Biblia: “Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”. Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. Y Dios empezó a llamar a la expansión Cielo. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día segundo” (Génesis 1:6–8).
“Las aguas que deberían estar sobre la expansión” representan este famoso océano celestial que era el cielo. ¿Es esta una descripción metafórica de la atmósfera, en el cielo, que tiene el mismo color azul del océano? Desde el contexto inmediato del libro del Génesis, se trata de hecho de la existencia real y literal de un océano celestial. Este océano celestial se menciona en los capítulos 6 y 7 del Génesis.
Este océano celestial es designado por las expresiones de diluvio, compuertas de los cielos (Génesis 6:17; 7:6–10,17 “diluvio”; 7:11 “compuertas de los cielos”): “Y en cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida” (Génesis 6:17). Este texto muestra que Dios anuncia que literalmente hará que este océano celestial caiga sobre la tierra. “En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7 :11). Este texto muestra la caída progresiva de este océano celestial, en la tierra, durante cuarenta días y cuarenta noches de lluvia, sobre toda la superficie de la tierra. La palabra hebrea traducida por diluvio es “Mabûl” (H03999), que aparece en el libro del Génesis, se traduce “océano celestial” en la Traducción King James, de Salmos 29:10.
La pregunta lógica es cómo es posible que tal cantidad de agua haya quedado suspendida en la atmósfera superior, al mismo tiempo, dejando pasar la luz del sol y permitiendo percibir sus contornos (el sol, la luna y las estrellas). Al estudiar las diferentes capas de la atmósfera y la atmósfera superior, nos damos cuenta de que esto puede ser totalmente posible. Vivimos en la capa inferior de la atmósfera llamada troposfera. Tiene aproximadamente quince kilómetros de altura. Arriba se encuentra sucesivamente la estratosfera, cuya parte superior de la capa se encuentra a una altitud de cincuenta kilómetros, y luego la mesosfera, cuya parte superior de la capa se encuentra a unos ochenta kilómetros de altitud. En aquellas tres capas de la atmósfera, las temperaturas son muy bajas (a gran altura) y, por tanto, no permiten mantener en suspensión una cantidad muy grande de agua, comparable a la de los océanos. Por otro lado, el espacio y la temperatura de la termosfera, sí que pueden permitirlo.
En efecto, la termosfera situada encima de la mesosfera tiene un espesor de 500 a 1.000 km de altura y cuya temperatura puede alcanzar los 2.000 grados celsio (velocidad de las moléculas). El espacio y la temperatura en la termosfera pueden permitir mantener en suspensión una cantidad muy grande de aguas en partículas muy finas, lo que permite ver claramente los cuerpos celestes (el sol, la luna y las estrellas). A título indicativo, los satélites orbitales se encuentran por encima de la termosfera, es decir en la exosfera, entre 500 y 2000 km de altitud (mientras que los satélites geoestacionarios se encuentran a 36000 km de la Tierra).
Después del segundo día, o segundo período de la creación, apareció la tierra seca y luego la vegetación: “Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están] debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó a ser así. Y Dios empezó a llamar a lo seco Tierra, pero a la reunión de aguas llamó Mares. Además, vio Dios que [era] bueno. Y pasó Dios a decir: “Haga brotar la tierra hierba, vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven fruto según sus géneros, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y llegó a ser así. Y la tierra empezó a producir hierba, vegetación que da semilla según su género y árboles que llevan fruto, cuya semilla está en él según su género. Entonces Dios vio que [era] bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día tercero” (Génesis 1:9–13).
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Según su género
(Génesis 1:9–13)
“Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están] debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó a ser así. Y Dios empezó a llamar a lo seco Tierra, pero a la reunión de aguas llamó Mares. Además, vio Dios que era bueno. Y pasó Dios a decir: “Haga brotar la tierra hierba, vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven fruto según sus géneros, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y llegó a ser así. Y la tierra empezó a producir hierba, vegetación que da semilla según su género y árboles que llevan fruto, cuya semilla está en él según su género. Entonces Dios vio que era bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día tercero” (Génesis 1:9–13).
Esta información según la cual Dios creó la vegetación y posteriormente los animales, según su género contradice la teoría de la evolución que consiste en decir que la diversidad de los géneros es el resultado de la evolución. Los hechos científicos hablan por sí solos, una especie no puede evolucionar hacia otra especie. Evidentemente, puede haber una diversidad dentro de una misma especie o grupo de especies. Esta diversidad no constituye una evolución de un género a otro. Por ejemplo, en el grupo de especies de cánidos hay perros, lobos, zorros… Dentro de una especie de perros, hay varias razas. Sin embargo, las especies de cánidos permanecen permanentemente, dependiendo de sus razas de cánidos. Dentro del grupo de especies de los félidos, hay leones, tigres, pumas, gatos… Asimismo, dentro de las especies de gatos, hay varias razas. El último ejemplo, del grupo de especies equinas, hay las cebras, los burros, las mulas y los caballos. Asimismo, dentro de las especies de caballos, existen diversas razas. Y podríamos seguir adelante con el género bovino y otros grupos de géneros…
Cuando Dios creó la vegetación y más tarde a los animales según sus géneros, esto no significa que los creó a cada uno en la diversidad actual. Por ejemplo, creando animales machos y hembras, los félidos, es con el tiempo que se creó la diversidad dentro de grupos de especies, dando la diversidad de géneros y razas que podemos observar hoy, varios miles de años después de su creación. Lo que significa que, ya sea para la vegetación, los animales o los humanos, la diversidad dentro de un grupo de especies no debe confundirse con la llamada evolución de una especie a otra. Por ejemplo, la especie de cánidos evolucionando hacia otra especie de félidos.
Quien fundó la teoría de la evolución es Charles Darwin (1809–1882). La teoría de la evolución sugiere que todas las especies que viven están en perpetua transformación y sufren modificaciones morfológicas y genéticas a lo largo del tiempo y de las generaciones. Este concepto fue presentado por Charles Darwin en su obra El origen de las especies publicada el 24 de noviembre de 1859.
Hugo De Vries (1848–1935), trabajó sobre el mutacionismo, que habría sido, según él, el mecanismo de la evolución. El mutacionismo es una teoría evolutiva según la cual las especies aparecen repentinamente junto al tallo principal gracias a mutaciones hereditarias en las células germinales.
Jean-Baptiste Lamarck (1744–1829), según él, la evolución animal se produjo según el entorno en el que evolucionaba. Para Lamarck, el cambio de ambiente provoca el de las necesidades evolutivas, luego el de hábitos, finalmente el de órganos y formas corporales, debido a que cada órgano se desarrolla cuando funciona, se atrofia si permanece inútil. Esto explicaría el cuello largo de la jirafa y las patas palmeadas de las aves acuáticas.
Sin poner en duda la sinceridad y competencia de aquellos científicos, en la época en que desarrollaron los diferentes aspectos de la teoría de la evolución, no existían los conocimientos actuales sobre la genética y el estudio de los genomas, los cromosomas (ADN (ácido desoxirribonucleico), el ARN (ácido ribonucleico), ácido)). El ADN es la unidad básica de la herencia, que entre otras cosas hace que una especie se reproduzca según su especie. Mientras que el ARN es el mensajero del ADN, que transmite la información codificada en nuestro precioso genoma, para permitir la síntesis de proteínas necesarias para el funcionamiento de nuestras células. Los avances científicos sólo han fortalecido la exactitud científica de Génesis, que se encuentra en la simple frase “según su género” (Génesis 1:9–13).
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Los grandes monstruos marinos
(Génesis 1:20–23)
“Y Dios pasó a decir: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos”. Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que era bueno. Con eso los bendijo Dios, y dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las aguas en las cuencas de los mares, y háganse muchas las criaturas voladoras en la tierra”. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto” (Génesis 1:20–23).
La pregunta que surge es ¿podría ser esta la descripción de la creación de los dinosaurios? La mayoría de los científicos describen a los dinosaurios como reptiles que vivían en la tierra. Algunos de ellos eran herbívoros mientras que otros habrían sido carnívoros. Basándonos en el muy escueto relato de la creación de los monstruos acuáticos, sin aludir a la creación de animales terrestres, salvo criaturas voladoras, podríamos preguntarnos si gran parte de los dinosaurios habrían sido dinosaurios reptiles anfibios. Hay muchos reptiles anfibios que viven tanto en tierra como en agua. Los más conocidos son los cocodrilos, los caimanes, las tortugas, las serpientes pequeñas y grandes, las ranas, los sapos, los lagartos gigantes como el lagarto monitor (lagarto monitor del Pacífico que vive en zonas pantanosas).
Así, el libro de Génesis podría mencionar la creación de los dinosaurios, describiéndolos como principalmente anfibios, con la capacidad de vivir tanto en la tierra como en el mar, o en inmensas masas de agua, grandes lagos interiores. Entre los dinosaurios acuáticos, se encuentran los pliosaurios. Sus restos fueron descubiertos en Noruega a mediados del siglo XIX. Pesaban más de 30 toneladas y medían 12 metros de largo. Kronosaurus, de la misma familia de los pliosaurios, era un depredador. Sus fósiles han sido descubiertos en Australia y Colombia. Medía 10 metros de largo y pesaba 12 toneladas. Nothosaurus también era de la misma familia que los pliosaurios, medía aproximadamente 4,5 metros de largo, también era un depredador anfibio. El Styxosaurus, de la familia Plesosaur, medía más de 10 metros de largo con un cuello largo de más de 5 metros, pesando aproximadamente 4 toneladas. También era un depredador. Albertonectes, de la familia de los pliosaurios. Sus fósiles han sido descubiertos en los mares de América del Norte, tanto del este como del oeste. Medían más de 11 metros de altura y un cuello de 7 metros. Era un depredador. Thalassomedon (señor del mar (en griego antiguo)), de 12 metros de largo, con un cuello de 6 metros de largo, era de la familia de los plisosaurios. También era un depredador. Tylosaurus, de la familia Mosasarus, sus fósiles fueron descubiertos en Norteamérica. Era un enorme depredador que medía 13 metros de longitud. Era un anfibio. Shonisaurus, sus restos fueron descubiertos en Nevada, medía 15 metros y pesaba aproximadamente treinta toneladas. Los mosasaurios eran grandes depredadores, medían 15 metros de largo y su cabeza tenía forma de cocodrilo. Shastasaurus era un depredador que alcanzaba una longitud de hasta 21 metros y pesaba más de 75 toneladas.
Si el libro de Génesis menciona la existencia de los dinosaurios durante el quinto día, siendo principalmente monstruos marinos, esto quiere decir que su principal característica era que eran anfibios teniendo también la capacidad de vivir o incluso cazar en tierra. El hecho de que Génesis los mencione principalmente como monstruos marinos podría significar que su hábitat principal era el medio marino y acuático. Aunque existieron dinosaurios terrestres, Génesis no los menciona, lo que podría significar que también eran anfibios, como los cocodrilos, siendo considerados monstruos marinos (o acuáticos).
Es muy probable que los dinosaurios se extinguieran al final del quinto día (y no durante el diluvio de la época de Noé). Existen varias teorías sobre la repentina desaparición de los dinosaurios. Los paleontólogos están estudiando activamente las causas de la desaparición de todos los dinosaurios no aviares. La mayoría está de acuerdo en que el impacto de un gran asteroide o cometa jugó un papel importante, mientras que los científicos continúan debatiendo la contribución de la actividad volcánica o el cambio climático causado por la retirada del nivel del mar. Algunos hablan de una intensa actividad volcánica: lluvia ácida, polvo. Entonces las plantas casi habrían desaparecido, lo que habría provocado la muerte de muchas especies, incluidos los dinosaurios. Otra teoría se basa en el cambio climático: habría habido una glaciación y los dinosaurios no habrían sobrevivido.
La pregunta es ¿por qué Dios habría provocado su destrucción? La explicación podría ser que, al tercer día, Dios creó la vegetación y los dinosaurios herbívoros (y a la vez los anfibios) habrían hecho el trabajo de roturación, mientras que otros grupos de dinosaurios depredadores habrían mantenido el equilibrio de su población con la depredación (para evitar su proliferación). Es obvio que, al amanecer del sexto día, su presencia habría sido muy peligrosa para la vida de los animales más pequeños, y particularmente para los futuros seres humanos. Además, el libro de Apocalipsis, particularmente los capítulos 13 y 17, describe bestias salvajes con muchas cabezas y muchos cuernos. Satanás es descrito como un dragón, en el capítulo 12. Lo que podría ser un simple mensaje para él, que desaparecerá, junto con las bestias salvajes y la civilización que las acompaña, como los dinosaurios.
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Hagamos al hombre a nuestra imagen
(Génesis 1:26–31)
“Y Dios pasó a decir: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”. Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”. Y Dios pasó a decir: “Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento. Y a toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura voladora de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma he dado toda la vegetación verde para alimento”. Y llegó a ser así. Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, [era] muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto” (Génesis 1:26–31).
Fue a la imagen espiritual de Dios que fueron creados, es decir, con la habilidad divina de “crear” vidas (en su caso, la procreación), al tener hijos, pero también para administrar la tierra, la vida vegetal, la vida animal y la vida humana, todo con la ayuda de Dios. La acción del hombre y de la mujer sería a la imagen de Dios, imbuida de amor y sabiduría (1 Corintios 13:1).
De manera más precisa, ¿cómo entender que el hombre y la mujer (el Hombre espiritual) serían la imagen de Dios en el planeta Tierra? El Hombre espiritual tendría el papel de “dios”, como si Jehová hubiera estado directamente en la tierra para hacer su voluntad. Volviendo a las principales orientaciones de Dios para la administración de la Tierra por parte del Hombre, hay dos principales:
- La creación de nuevos seres humanos por la procreación entre un hombre y su mujer, unidos en los lazos sagrados del matrimonio divino y así como la educación de aquella descendencia: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra”.
- La segunda gran orientación divina, para la misión de los humanos, con relación a la Tierra, sería la de “sojúzguenla”: “Tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”. Es la administración del reino de los animales salvajes y domésticos, con todo lo que esto incluye, a saber, la administración de los territorios y sus recursos, para los humanos y los animales salvajes y domésticos.
Aquellas dos grandes orientaciones administrativas de la Tierra podrían haber sido realizadas directamente por Dios. Sin embargo, Dios quiso y quiere que el Hombre Espiritual sea el representante de Dios o la imagen del dominio amoroso de Dios sobre el planeta Tierra. En consecuencia, el hombre y la mujer tendrían el papel de la imagen de Dios en la tierra para los niños por nacer que deberían honrar a su padre y a su madre que les habrán dado la vida y administrar el reino animal que estaría sujeto a ellos, como uno naturalmente se somete a Dios, la fuente de vida.
Para mostrar claramente que el hecho de que Dios delegue ciertas misiones a sus criaturas inteligentes, asignándoles la función de “dios”, como representante a su imagen, tomemos el ejemplo de Moisés y Aarón que tuvieron que presentarse ante el faraón de Egipto. He aquí lo que está escrito: “Así que Jehová le dijo a Moisés: “Mira, te he hecho como Dios para el faraón, y tu propio hermano Aarón llegará a ser tu profeta. Tú le repetirás a tu hermano Aarón todo lo que yo te mande, y él será quien hable con el faraón. Al final, el faraón dejará salir de esta tierra a los israelitas”” (Éxodo 7:1,2) Vemos en este texto que Jehová comisionó a Moisés para que fuera “Dios” y en relación a su misión.
Otro ejemplo con respecto a algunos humanos ejerciendo la función que normalmente corresponde a Dios, la de juzgar, he aquí lo que está escrito en el Salmo 82:6: “Yo he dicho: ‘Ustedes son dioses, todos ustedes son hijos del Altísimo”. Además, Jesús habló de este texto en Juan 10:34, para mostrar que si está escrito en la Biblia (la Ley), el mismo hecho de que Jesús se designara a sí mismo como Hijo de Dios, de ninguna manera es una blasfemia (Juan 10:34–36).
Asimismo, el Hombre espiritual que administrará la Tierra, en el futuro paraíso terrestre, tendrá la función de “Dios”, reflejando la imagen amorosa de su soberanía sobre los humanos, y sobre el reino animal y así como para la administración razonable de los recursos naturales de la tierra. Así, el hecho de que el Hombre sea a la imagen de Dios significa que, en ciertos aspectos de sus misiones encomendadas por Dios, el Hombre tendrá el papel de “dios”, sin usurpar, por supuesto, la persona misma de Dios: “Mantengan esta misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no pensó en quitarle el lugar a Dios y hacerse igual a él” (Filipenses 2:5,6).
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El descanso de dios
(Génesis 2:1–3)
“Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su ejército. Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho, y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer” (Génesis 2:1–3).
Es obviamente un descanso espiritual porque Dios no se cansa y no tiene necesidad de descansar. Durante este período de varios miles de años, Dios deja de crear como se describe en los capítulos 1 y 2 de Génesis. Para este séptimo período, parece lógico pensar que debería durar 7000 años. En la época del apóstol Pablo, aproximadamente 4000 años después de este evento, sugirió que este séptimo día de descanso aún estaba en proceso: “Por lo tanto, puesto que queda una promesa de entrar en el descanso de él, temamos que en algún tiempo alguno de ustedes parezca no haberla alcanzado. Porque a nosotros también se nos han declarado las buenas nuevas, así como a ellos también; pero la palabra que fue oída no les aprovechó, porque no estaban unidos por fe con los que sí oyeron. Porque nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso, tal como él ha dicho: “De modo que juré en mi cólera: ‘No entrarán en mi descanso’”, aunque las obras de él habían sido terminadas desde la fundación del mundo. Porque en un lugar él ha dicho del séptimo día como sigue: “Y Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras”, y otra vez en este lugar: “No entrarán en mi descanso”” (Hebreos 4:1–5). Obviamente, este séptimo día terminará al final de los mil años del reinado del Rey Jesucristo, mencionado en Apocalipsis (20:1–10).
En el capítulo 4 de Hebreos, el apóstol Pablo explica el significado espiritual de este descanso. Como se puede leer arriba, en los primeros cinco versículos de este capítulo, el no entrar en el descanso de Dios, es incurrir la desaprobación de Dios, y por lo tanto, no ver el final feliz de ese día mencionado en Apocalipsis capítulo 20 al 22. Podemos leer en el resto de la disertación del apóstol Pablo, sobre el significado espiritual del descanso de Dios, es decir, la aprobación de Dios y la obtención de la vida eterna:
“Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se declararon las buenas nuevas no entraron a causa de desobediencia, vuelve a señalar cierto día, al decir después de tanto tiempo, en el salmo de David: “Hoy”; tal como se ha dicho antes: “Hoy, si ustedes escuchan la propia voz de él, no endurezcan sus corazones”. Porque si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. De modo que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Porque el hombre que ha entrado en el descanso [de Dios] ha descansado él mismo también de sus propias obras, así como Dios de las suyas. Hagamos, por lo tanto, lo sumo posible para entrar en ese descanso, por temor de que alguien caiga en el mismo modelo de desobediencia. Porque la palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón. Y no hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Visto, por lo tanto, que tenemos un gran sumo sacerdote que ha pasado por los cielos, Jesús el Hijo de Dios, tengamos asida nuestra confesión de él. Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado” (Hebreos 4:6–16).
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